7 de septiembre de 2010

filosofía mundana (Zoo)

Querido lunes,
Estoy bastante para el arrastre pero voy a contar mi experiencia de ayer. Me estoy recuperando bastante bien del esguince, ya no llevo muletas y he empezado a andar bastante segura.

Llevaba 3 semanas sin hacer casi nada especial así que el sábado llamé a Lua y le dije si tenía planes para el domingo. Lógicamente me dijo que no. "Tengo dos criaturas,¿ dónde quieres que vaya?" fue su respuesta. Últimamente la veo un poco agobiada con los niños, la casa y todo así que decidí llevarme el domingo a Pol al zoo. Lo fui a buscar a las 8 de la mañana y nos fuimos a desayunar y a ver animales. La verdad es que yo hacía años (¡pero muchos!) que no iba y, en parte, también me hacía ilusión.

Entramos y Pol se volvió loco. No creo que sea posible pasar más horas plantados delante de los pingüinos de las que nos estuvimos nosotros. Tampoco recordaba que el Zoo fuera tan y tan grande ni que se me hiciera tan eterno el pasillo de las serpientes. Comimos los bocatas que nos había hecho Lua para los dos (esta mujer está en todo) y Pol empezó su monólogo sobre los pingüinos, las casas de hielo (iglús, palabra que aprendió ayer) concluyendo que de mayor quiere vivir en el Polo Norte. Este niño no calla y me parto porque le faltan palabras, gira verbos, se equivoca con los pronombres pero aun así él sigue su discurso.

Lo mejor del día (y quizás de la semana) fue cuando lo volvía a casa ya tarde. Iba medio dormido en su sillita de atrás y cuando paré en un semáforo me dijo: "¿Sabes qué? Eres la mejor tía del mundo" y me sonrió por el retrovisor.


La semana que viene me lo llevo al parque.

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