20 de junio de 2011

filosofía mundana (desconocido)

Querido domingo,

Lleva un maletín negro (puede ser piel o simplemente una basta imitación, mis conocimientos sobre telas son realmente bajos) con cierre metalizado de esos de combinación numérica.
Lee un libro de páginas amarillentas. Seguramente no es la primera vez que acaricia ese lomo.
Bigote blanquecino, camisa de cuadros, zapatos marineros y un reloj dorado comprado hace más de 30 años o siendo una pieza más de la herencia directa que le dejó su padre.
Debe de rondar poco más de los 60. Aun no está jubilado. O si. Tiene un parecido razonable a Manuel de Pedrolo y me sorprendo a mi misma con esta observación ya que no soy muy dada a recordar caras.

"¿Perdone, es suyo el pañuelo?". Se le ha caído un pañuelo de tela del bolsillo del pantalón. Cuando mi mente estaba buscando la excusa más elaborada para poder hablar con él se le cae el pañuelo y no lo dudo ni un segundo. "Sí, gracias" es su respuesta acompañada de una sonrisa. En el momento en que se agacha para recogerlo puedo ver que está leyendo "El amor en tiempos del cólera" y alentada por saber de que va la historia me atrevo y empiezo una conversación "un buen libro". Simplemente me mira, sonríe, afirma y sigue leyendo.

Próxima parada. Guarda el libro, se levanta y sin mirarme se baja del metro.
Adiós señor, hubiese sido un placer hablar con usted sobre las desventuras del amor y las locuras del mismo pero parece ser que no era el día. Tranquilo, lo puedo llegar a entender. No todo el mundo está preparado para hablar con desconocidos.