2 de septiembre de 2010

filosofía mundana (Maik)

Querido jueves,

Hacía mucho tiempo que no hacía 400km en coche. La verdad es que conducir no es mi pasión. Me gusta pero cuando llevas más de dos horas es cansado. Ayer me pegué 800km. Sola. Todo fue muy rápido y raro a la vez.
El martes por la tarde me llamó un viejo amigo, hacía más de 5 años que no hablaba con él. Lo conocí un verano en una granja donde no había ni luz ni agua corriente donde fui a reformarla con una organización de éstas que se encargan de restaurar y reconstruir. Él era uno de los organizadores. No me esperaba su llamada así que cogí el teléfono sorprendida. Solo me dijo un tímido "hola". No hacía falta más, aún después de tantos años, para intuir que algo no iba bien. "¿Qué pasa?" le respondí sin preguntarle cómo estaba, ni cómo estaban sus hijos. "Maik, ha muerto". Tres palabras. Tuve un escalofrío y me vino la imagen de Maik. Era otro de los colaboradores que había estado conmigo ese verano y que después se había quedado trabajando con la organización para seguir ampliando proyectos. Era un grandullón con un corazón tan y tan grande como su pecho. Le pedí la fecha, hora y sitio del entierro y colgué. Fue una sensación rara porque nunca antes me habían comunicado que había muerto un amigo así de golpe, sin estar enfermo, ni caerse, ni nada. Parada cardíaca. La distancia y el tiempo evitó que llorara y me sorprendí a mi misma entera, de pie en el comedor, sonriendo mientras pensaba en él.

Ayer, sin pensármelo dos veces, me levanté a las 6 de la mañana, cogí el coche y me pegué las 4 horas de camino hasta su pueblo. Le di el pésame a su familia que ni siquiera había visto antes, fui al entierro y me volví.

A medio camino el esguince reivindicó su espacio y me impidió seguir. Llamé a Al para que me viniese a buscar. Vino con su primo y me volvieron a casa.

Hoy vuelvo a estar convaleciente en mi cama pero tengo un pequeño "algo" dentro mío que me dice que tenía que ir y mira que yo no soy de funerales pomposos ni de grandes despedidas.

Maik era un buen amigo, de aquellos que están lejos pero que llamas una vez al mes para saber cómo están, qué proyectos nuevos tienen, cómo les va todo. Maik nunca se cansaba de pedirme que fuera a verle. Fui. Lástima que llegué tarde.

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