Querido domingo,
He vuelto de mi ausencia por el mundo, de los paseos por las calles nevadas de Dublín mientras también nevaba en mi vida y doblaba las esquinas de las dudas.
Me ha dado tiempo de pensar en todo, de desesperar, de llorar y de reír, de coserme las heridas de Yago, de reabrir las de Al, de sentirme sola en medio de la soledad y de conocer gente que vistiendo una sonrisa me invite a compartir su fin de año. "Nadie debería oir las doce campanadas solo" me dijeron entre cervezas, vino y excesos.
Y entre sábanas de albergues, almohadas de piojos y ceniceros de ideas decidí que mi vida seguía siendo mía, que el libro del abuelo tendría un final y que ni el mayor de los latidos de mi corazón cojerían el rol de capitán.
y me volví.
No hay comentarios:
Publicar un comentario