9 de mayo de 2009

filosofía mundana (los zapatos nuevos)

Querido sábado,
Ayer fue un día de corazones dobles, es decir, de cuatro latidos por cada segundo.
Salí temprano de trabajar porque solo tenía una reunión a las 9 de la mañana donde demostré mi alemán aprendido con las tapas de los yogures del Lidl y el inglés del Magic English del ratón de Disney, delante de un par de señores alemanes que me dijeron alguna cosa parecida a “bien, nos gusta” o quizá me dijeron “esto es una mierda” y yo quise entender lo otro, aun no lo sé. De todas formas sonreí, recogí los apuntes y me largué. Cuando vuelva el lunes y me encuentre la carta de despido será que no les gustó.

Saliendo de esa jaula multicultural cogí el metro unas cuantas paradas hasta que bajé y radiante de felicidad crucé la calle y pregunté:
-¿los tienen?
- los tenemos.
Cogí la bolsa de papel blanca con una caja amarilla de un palmo por dos palmos y dí las gracias con los ojos y pagué con la cartera (no vamos a ser ladrones ya que de momento las miradas no pagan).

Llegué a casa pegando un salto o dos o un bolchène o un flip, un flap, un top, un essence...y bailé claqué hasta que mi madre que ayer por la tarde se pasó por casa para imprimirse algún archivo del trabajo ya que en su casa no tiene impresora, me soltó:
- ¡O paras de bailar o te vas al balcón!
Y ya me podéis ver a mi bailando en el balcón al son de los aullidos de los perros del vecindario sonando de fondo algún vinilo de Queen que el vecino puso para entrenarse solo a karate; la estampa fue surrealista, yo bailando claqué en el balcón y él, en la ventana de enfrente, haciendo karate al ritmo de Queen. Vi alguna que otra luz que se encendían en medio la tenue noche acompañada de algún bajón de persiana o de alguna cara sonriente que admiró que hubiese alguien capaz de cambiar sus noches aburridas con algún baile en un balcón.

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