23 de octubre de 2009

filosofia mundana (zombie)

Querido viernes,
Vuelvo a estar al que parece ser mi estado natural. Resfriada. Yo creo que mi madre no me parió bien, se dejó una extremidad, una caja de pañuelos. Me es más útil que algún dedo del pie.

Este año en el trabajo parece ser que se han propuesto cambiarle el nombre a la empresa y llamarla "LosTrabajadoresSinVida S.A." y es que casi tengo que fichar a cada respiro.

Ayer fui con unos amigos a un concierto del inglés Bryn Christopher después de discutirme con Yago. Nada importante, sólo insistió en intercambiarnos un juego de llaves de nuestro piso y lógicamente le respondí que no. El problema es que empiezo a darme cuenta de que hay muchas cosas en la vida que no vemos del mismo modo y, aunque muchas de las pequeñas cosas rozan el límite de lo insignificante, otras me dan tantas y tantas vueltas en la cabeza que si no me siento me mareo. Empiezo a notar como si cada vez que nos juntamos más físicamente, nos separamos miles de kilómetros. La verdad es que lo siento mucho más cerca cuando está en Estados Unidos que cuando lo miro por la ventana. Es como si poco a poco estuviese volviendo a mi vida de siempre, con los de siempre y él ya no ocupase el centro de todo. Le quiero, le quiero con una locura propio de los poemas de Shakespeare y las odas al amor de Neruda pero parece ser que no es suficiente para sentir sus latidos en mi corazón.
Sufro mal de amores y mi madre siempre dice que contra eso lo mejor es una buena botella de algo que suba mucho o, en su defecto, unos buenos amigos. Y yo, a falta de ganas de plantarme en el súper a comprarme una botella para ahogarme sola, prefiero amigos que me saquen de paseo como un zombi porque ni duermo, ni descanso y hasta dudo que sea persona íntegra en estos momentos.

Quizás el libro me ha echo pensar de verdad quien soy, quien quiero ser y si de verdad estoy llegando tan lejos como el abuelo creía.

Ahora me voy con mi manta y mi taza de caldo a acabar proyectos para el lunes.

10 de octubre de 2009

filosofia mundana (mi libro)

Querido sábado,

Hoy por fin he abierto el libro. Supongo que esperaba a tener este año más que ayer, una cena íntima en casa con los de siempre, se me sumó al soplar unas cuantas velas.

La cena estuvo bien. Mamá, la abuela, Kiara, Ágatha yYago. La abuela no le había dicho nada a mamá y yo aún no he tenido el valor de contarle que ya lo sé todo.

El libro...aún estoy del todo sin gravedad, parece que la vida me empieza a pasar de una forma diferente. No sé si considerarlo el mejor regalo de todos los tiempos o tan solo algo que de verdad tenía que pasar.

No hay mucho escrito pero suficiente para saber que soy yo la que está entre esas líneas.
Tengo que pensar qué hacer con ésto. De momento estas són las primeras líneas de mi vida:


"Linira es nombre de mujer.

Es joven, se siente joven y le gusta gustar. No tiene pareja, quizá la busca, quién sabe, pero se enamora cada día.

Suele hablar con desconocidos porque nunca le gustó no hacerlo.

Linira es atea de nacimiento y agnóstica de profesión, con demasiadas idiosincrasias incomprendidas, muchos poemas inacabados y bastantes partituras pisoteadas. No envía correos electrónicos en cadena, no suspira por cualquiera, suele mirar sin ver y sentir sin escuchar. Piensa cuando no toca y habla cuando todo el mundo calla porque es una máquina habladora y no le importa si la escuchan o no porque ella suelta palabras en tiempos invencibles. La aman más de lo que ella ama, susurra a 10 cm. y no se la oye. Salta en los charcos cuando llueve, no sigue las líneas rectas y no se para en los stops. No tiene horario ni rumbo, es antirutinária y propulsora de la teoría del caos. Tiene familia que no ha escogido, recicla, mira los documentales de La 2, no llora en el cine. Se ríe de ella y el aburrimiento hace que se quiera."

7 de octubre de 2009

filosofia mundana (el libro)

Querido miércoles,

Ayer mi abuela, repartiendo las cartas de la primera partida de la tarde, me preguntó que qué querría para mi cumpleaños y yo, como siempre, le respondí que nada más allá de que viniera el viernes a casa para celebrarlo. Ella, como cada año desde que impuse la ley de no pedir nada, me dice que eso no es suficiente y que hará lo que le dé la gana. Vamos, como ha hecho toda la vida. Pero ayer le repliqué. Ayer dejé las cartas casi como si fuera un truco de magia y me levanté a buscar el bolso.

-Abuela, ya sé qué es lo que quiero.
-Dime hija, ¡a ver si es verdad que no tengo que pensar más!

Entonces saqué el trozo de papel. Ese trozo donde mi abuelo había escrito, quizás, sus últimas letras, sus últimas frases y hasta su último suspiro. Saqué (como quien contempla un diamante en bruto con el corazón encogido) el papel y se lo acerqué.
Cogió las gafas de cerca y se lo leyó. Todo. Muchas veces. Como quien a partir de ese momento ya no tuviera nada mejor a hacer en su vida que leer eso hasta la saciedad.

-Esto…esto es de tu abuelo.
- Lo sé pero, no entiendo nada abuela. No entiendo lo escrito, no entiendo lo que quiere decir con las trescientas páginas escritas a mano. ¿Tanto escribía el abuelo?
- Y mucho más hija, y mucho más... Madre mía, no sé ni qué contarte. Mira que les dije a tu madre y a tu tía que no era para esconderlo, pero ellas erre que erre…que si a vosotras no os tiene que influir, que si la fama, que si la intimidad…
-Pero, pero, pero ¿de qué estamos hablando?.
Me senté a su lado esperando que me contara casi el mayor secreto de mi familia, algo que mi madre sabía y nunca me había contado. Eso que me hiciera olvidar por un rato que ya no me quedaban dedos en el cuerpo para contar mis años y que mis jóvenes manos se cogieran fuertes a la artrosis que se apoderaba de esa mujer que me hacía arroz para comer cada semana. Algo que quizás supiera mucha gente. Y así fue.
- Claro, no sé hasta que punto esto es importante…Tu abuelo hubiese querido explicártelo él pero en paz descansa y me toca a mi. Tu abuelo es escritor. Bueno, era. Tu abuelo era escritor.
- ¿Qué tipo de escritor? ¿De libros? ¿tiene libros publicados? Pero yo no he oído hablar nunca de él, no era tan famoso.
- Tu abuelo era el mejor escritor que he conocido nunca. La verdad es que nunca he conocido a ninguno a parte de él, pero es que escribía como tocado por una mano divina. Tu abuelo le susurraba al papel, lo acariciaba con la pluma y nacían frases fantásticas.
-A ver que me sitúe. ¿Y libros?
- Muchos, muchísimos y seguro que has leído alguno.
Se levantó como si se hubiese quitado 20 años de encima y con alguna idea con olor a naftalina que hubiese salido después de muchos años. Se fue al armario pequeño de la esquina del comedor de dónde sacó un par de libros.
-Éste me parece que va dedicado a ti. “Para ti que me estás leyendo sin saber que estas palabras fueron escritas pensando en ti, pequeño ángel céntrico”. Si, ves, pequeño ángel del centro, eres la mediana de las tres, éste era para ti.

No sé cómo lo podía estar diciendo así mientras a mi se me borraban las letras con el agua de mis lágrimas que apenas me dejaban intuir el título del libro.
-¿Es él? ¿De verdad que era él?
-Lo era hija, lo era. Este no es su nombre real, claro pero pensó en todo y protegió su vida privada y sus apellidos tanto como pudo. Y ahora viene lo mejor. Coge el otro libro. Cógelo y empieza a leer.

Y lo hice. Nunca había leído ese libro. Me había leído un par o tres de él, esos que todo el mundo considera Best Sellers y claro, te los acabas mirando pero ése en concreto no. Al leer la contra supe enseguida de qué iba.

- Lúa…es nuestra Lúa. ¡Es la vuelta al mundo que hizo Lúa!

Lúa es mi hermana mayor y ese libro era su vida. Entonces me entró la duda de ¿y yo? pero no me dio tiempo de preguntarlo.

- Sé lo que estás pensando. Tú también tienes tu libro. No está acabado. El abuelo me lo dejó y dejó la nota que encontraste dentro. Un día, limpiando los cajones perdí la nota pero el libro me lo guardé.

Entonces abrió la mano y lo vi. Vi MI libro, vi lo que el abuelo había escrito pensando en mi. Estaba en éxtasis, confusa por todo. Tenía los ojos encharcados y la nariz a punto de gotear pero aun así el corazón me impulsó a coger el pendrive.

-Léetelo un día de estos si quieres y bueno, a ver si es verdad que como decía el abuelo llevas el talento en la sangre y lo publicas.

Me sonrió y, como quien acaba de contar un chiste un poco malo, siguió repartiendo las cartas. Lógicamente perdí todas las partidas. Cuando llegué a casa me fui directa al ordenador pero aun ahora soy incapaz de abrir el documento. No todos los días tienes el borrador de un escritor de tanto nombre (falso pero nombre). No todos los días estás a punto de descubrir tu vida vista por uno de los escritores más famosos del mundo, por uno de los poetas del siglo XX más internacionales, por tu abuelo.

2 de octubre de 2009

filosofia mundana (jueves universitarios)

Querido viernes,

Me hago vieja.
En estos momentos, a escasos días de mi "me faltan dedos para contar" cumpleaños, descubro que la frase que nos une a todos a la juventud, esa fantástica frase que te ayuda a justificar un sin fin de situaciones, LA FRASE que estrenas cuando por primera vez en tu vida no duermes las 6 o 7 horas de siempre, "el cuerpo lo aguanta todo" ya me pide la jubilación. Mi cuerpo se niega a aguantarlo todo y yo, insisto en sólo introducirle matices para no acabar de romper ese maldito lazo de la juventud más joven.
Y es que mira que cuesta empezar etapas. Cuando tenía 15 años quería seguir siendo esa niña que soñaba que sería astronauta (otro tema que ya trataré cuando me venga la vena nostálgica). Luego, estrenando los 18, cuando me convertí irremediablemente en aventurera de la vida, quería volver a ser la artista rebelde de los 15 y ahora, pasando de largo y con tragos más largos aún, quiero volver a ser astronauta.

Ayer, Ágatha tuvo la brillante idea de rememorar nuestros días universitarios y apuntarse a salir un jueves y hacer eso tan “joven” de ir el viernes a clase sin dormir. Perdónenme, eso no era de ser “joven”, ¡eso era de ser idiota! ¿Pero a que gentuza se le puede llegar a ocurrir una estupidez como ésta? ¿Quién leñe nos creíamos que éramos aguantando más de 36 horas sin dormir? La respuesta es fácil, el cuerpo lo aguantaba todo. El problema está en que si ibas sin dormir a clase te sentabas a las últimas filas y no apuntabas nada más allá del móvil del tío con el que habías ligado la noche anterior, en cambio ahora, nosotras parecíamos unas zombies recién salidas de Thriller yendo como locas un viernes a las 8 de la mañana a la oficina sin duchar, con unos tejanos y una camiseta vieja que llevo siempre en el coche para situaciones de emergencia y con el peor dolor de cabeza y de estómago que recuerdo. Lo que beben los universitarios ahora no es ni garrafón, ¡eso es alcohol de quemar!

Y ahora me veo aquí, con mi mantita en el sofá, mis pececitos de colores, mi manzanilla y durmiéndome antes de tocar las diez de la noche y me asusto al pensar si quizás se me esté pasando eso de ser joven.