2 de octubre de 2009

filosofia mundana (jueves universitarios)

Querido viernes,

Me hago vieja.
En estos momentos, a escasos días de mi "me faltan dedos para contar" cumpleaños, descubro que la frase que nos une a todos a la juventud, esa fantástica frase que te ayuda a justificar un sin fin de situaciones, LA FRASE que estrenas cuando por primera vez en tu vida no duermes las 6 o 7 horas de siempre, "el cuerpo lo aguanta todo" ya me pide la jubilación. Mi cuerpo se niega a aguantarlo todo y yo, insisto en sólo introducirle matices para no acabar de romper ese maldito lazo de la juventud más joven.
Y es que mira que cuesta empezar etapas. Cuando tenía 15 años quería seguir siendo esa niña que soñaba que sería astronauta (otro tema que ya trataré cuando me venga la vena nostálgica). Luego, estrenando los 18, cuando me convertí irremediablemente en aventurera de la vida, quería volver a ser la artista rebelde de los 15 y ahora, pasando de largo y con tragos más largos aún, quiero volver a ser astronauta.

Ayer, Ágatha tuvo la brillante idea de rememorar nuestros días universitarios y apuntarse a salir un jueves y hacer eso tan “joven” de ir el viernes a clase sin dormir. Perdónenme, eso no era de ser “joven”, ¡eso era de ser idiota! ¿Pero a que gentuza se le puede llegar a ocurrir una estupidez como ésta? ¿Quién leñe nos creíamos que éramos aguantando más de 36 horas sin dormir? La respuesta es fácil, el cuerpo lo aguantaba todo. El problema está en que si ibas sin dormir a clase te sentabas a las últimas filas y no apuntabas nada más allá del móvil del tío con el que habías ligado la noche anterior, en cambio ahora, nosotras parecíamos unas zombies recién salidas de Thriller yendo como locas un viernes a las 8 de la mañana a la oficina sin duchar, con unos tejanos y una camiseta vieja que llevo siempre en el coche para situaciones de emergencia y con el peor dolor de cabeza y de estómago que recuerdo. Lo que beben los universitarios ahora no es ni garrafón, ¡eso es alcohol de quemar!

Y ahora me veo aquí, con mi mantita en el sofá, mis pececitos de colores, mi manzanilla y durmiéndome antes de tocar las diez de la noche y me asusto al pensar si quizás se me esté pasando eso de ser joven.

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