9 de marzo de 2011

filosofía mundana (Lukas)

Querido jueves,

- De verdad, ¿qué haces para ser así? ¿Por qué tu vida tiene tanto sentido?
- No lo sé. La verdad es que no sé cómo puedo vivir así pero mi vida tiene todo el sentido que yo quiera darle, dale tú a la tuya y verás como cambia.

Así he pasado esta tarde tomando un café con Noa (y Amaya que con casi 16 meses ya quiere salirse del cochecito y se ríe sola) mientras le contaba mi fin de semana.

Todo empezó el viernes. Recibí una llamada de un +49. Europa pero no sabía de dónde. Lo cogí.
-Hola
-Hallo, I'm Lukas! How are you? Where are you now?

Era Lukas, el ingeniero que conocí en Alemania hace casi dos años. Me sorprendió oír su voz y a la vez sonreí al pensar que hacía pocos días me había preguntado por él sin motivo alguno. Estaba en la ciudad. El lunes tenía una conferencia y había venido unos días antes para verme. Ni siquiera sabía si seguía viviendo aquí pero según él intuía que nos teníamos que ver.

Era tarde, demasiado tarde para ir a verle al hotel sin quedarme a dormir, así que decidí quedar con él el sábado por la tarde porque por la mañana tenía a Pol en casa unas horas y luego salía a comer con Al. Estuve nerviosa todo el día, pensaba que no era para tanto y que parecía gilipollas pensando en él antes que en Al.

Llegó la hora, cogí el metro y me planté en la parada donde habíamos quedado. Subí las escaleras, miré a mi alrededor y apoyado en una farola lo vi de cara. Empecé a sudar mientras me acercaba casi corriendo. Sonrió. Pensé en Alemania y el tren que nos separó y rompí a reír mientras me tiraba a sus brazos y él soltaba un "Hello my lovely girl!".

Paseamos por la ciudad, le enseñé rincones y nos fuimos a casa. Organicé una cena rápida con las vecinas, San, Kiara, Van y Carla. Cenamos tortilla de patatas, bebimos vino, cervezas y más vino. Era Carnaval así que nos disfrazamos de payasos y salimos a la calle. Fuimos a casa de Carla a buscar más cervezas. Cantábamos por las calles y salíamos corriendo de los portales. Volvimos a casa de Carla pero nadie sabía para qué. Lukas se me abalanzó gritando mi nombre roto por la euforia del alcohol. Noté sus dedos entrelazándose con los míos y me congelé. Aparté la mano sin quererlo, en esos momentos lo que yo quería era abrazarle con todas mis fuerzas y pedirle que se quedara en la ciudad para siempre.

Seguimos andando todos juntos hasta que nos pilló la madrugada borrachos hablando en el sofá de mi casa. San y Carla se quedaron a dormir. Lukas tenía que volver al hotel pero no sabía el camino "¿me acompañas o me quedo?". Se quedó. "Tú duermes aquí que ésto se abre y es una cama, nosotras tres nos vamos a la cama". No cabíamos. Carla se ofreció para ir a dormir con Lukas pero respondí tajante con una "no te muevas" que luego intenté disimular con "bueno, tú misma pero ¿quieres decir que es tu tipo?". Sí, lo era. Y el mío también. Estuve tentada de levantarme e ir pero pensé en las chicas y lo dejé.

El domingo por la mañana nos levantamos todos bastante desmejorados. Bebimos zumos de frutas y San y Carla se fueron a su casa. Lukas se metió en la ducha y yo me tumbé otra vez a pensar en cómo controlar toda esa corriente de pasión que me impulsaba a entrar en el baño y desnudarme a los pies de la ducha. Salió, pasó por delante de la habitación, se frenó a medio pasillo, dió la vuelta y sin cortar el silencio incómodo que había entre los dos, entró cerrando la puerta con un pie.