14 de abril de 2009

filosofía mundana (la fiesta y el vecino)

Querido martes,

10 días de latente sudor frío en las manos. 10 días con sus noches de telebasura hasta las tantas. Algunos días de trabajo con caras largas y de fiestas santas con sobres de Nescafé en casa del vecino nuevo.

No fui. No me presenté en el aeropuerto. "Yo no soy para cuando tú quieras" le contesté el lunes a las ocho menos diez con un mensaje de mobil. Me arrepiento tantas veces como las que creo que hice bien y eso me ha creado una inestabilidad flotante que intenté arreglar con una cena en mi piso con los amigos, Carlos, San, Kiara, Ágatha y Adam, mis hermanas, las vecinas, los amigos italianos de las vecinas, el vecino y sus alumnos y alguien más que ayudaron a sumar una veintena de cuerpos sudorosos que bailaban al ritmo de estribillos ochentoides barnizados con el ponche casero que se inventó Kiara y trajo en una palangana de plástico azulón que acabó usándose para dar un discurso de Adam como el de Obama en Berlin y al final de la noche de podium para dar premios a los más borrachos que ganaron los italianos con una abrumadora diferencia y un hígado a prueba de los proyectos más radioactivos del gobierno iraní.

El viernes siguiente cuando me desperté encontré un brazo que rodeaba mi cadera por encima de la sábana y otro cuerpo que me respiraba en la oreja derecha. Por suerte era el brazo de Kiara y el aliento de San que se habían quedado a recoger mientras toda la muchedumbre se largó a las 7 o las 8 de la mañana. Seguimos recogiendo hasta media mañana. Nunca había visto mi piso tan limpio. Descubrimos que el mosaico del suelo podía llegar a ser blanco y verde. No se nos resistió ni el vodka más barato.

Después de comer se fueron y yo no tenía el cuerpo para muchos cambios de ritmo así que me tumbé cerca del balcón a leer algun libro suicida que pasó por mis manos. Poco después el vecino salió a fumar y me soltó "me dijeron que hoy se quedaría una tarde bonita pero no me dijeron que sería tan bella como tú" y lógicamente entre sus palabras cruzando el patio que nos separaba y el sol que empezaba a apagarse ténuamente me sonrojé como aquella niña a quien su amor platónico acaba de dar su primer beso sin cruzarle palabra alguna. La frase fue seguida de un "vente a tomar café, ya sabes que piso es". Cerré el ventanal, suspiré mirando al techo y me cambié tres veces de ropa hasta encontrar ese look de estar por casa pero que me miré en el espejo cien veces, corrí a buscar mi mejor sonrisa y la acompañé con una suave línea negra bajo mis ojos.

Me presenté en su casa y hablamos de todo. Me contó sus aventuras por Etiopía y sus largas primaveras en Estados Unidos. Me susurró que mi sonrisa era bonita mientras yo por dentro creía de verdad que la suya era la mejor del mundo. Me giñó el ojo azul cielo que me subió a tocar las nubes y sus manos me tendieron una taza de café negra con letras blancas que gritaban "Have a good Day!"

2 comentarios:

marina dijo...

Uooo!! jo també vull un veí com aquest...XDD simplement genial com tot el q escrius!

Marta Simonet dijo...

Me gusta,y no quiero poner más palabras para no estropearlo :)