1 de abril de 2010

filosofia mundana (David, reencuentro)

Querido jueves,

A veces me pregunto ¿porque escribí la entrada anterior? y no le encuentro respuesta hasta unos días después. Mi abuela, que no es mucho de esas cosas místicas, me dice que es casualidad pero a mi me cuesta pensar en las casualidades y simplemente me fascino con la facilidad en que la vida pone delante nuestro historias inverosímiles.

La historia de cómo conocí a David me vino por casualidad cuando me lo crucé en el ascensor del trabajo el otro día y nos fuimos a tomar un par de cafés en el bar de la esquina. Hacia mucho que no sabia nada de él. No somos dos grandes amigos, ni siquiera sé si "amigos" es la palabra para definir eso, quizás somos más dos conocidos que pasaron una época de "mucho conocimiento" y ahora la cosa se ha vuelto más tensa. El caso es que tomando el café salió el tema de los accidentes de coche y David me habló de un primo lejano suyo muy "freelance"que ahora estaba viviendo en Texel, Holanda que con 10 años tuvo un accidente de coche con sus abuelos y sus hermanos y él fue el único que sobrevivió. Me quedé boquiabierta al oír por segunda vez esa terrorífica vivencia que pocos años antes le había logrado sacar a Adam. David era primo de Adam y eso ya empezaba a parecer la biblia. Nos pusimos a reír un buen rato y entonces, como quien piensa en voz alta, hablamos de las relaciones entre la gente de todo el mundo, de las culturas, de los viajes, de las amapolas, de las botellas de cristal, de la valle del río Omo y sus mujeres Mursi; hablamos del crack del 29, de los bolis Bic, de los discos de vinilo, de amalgamas de mercurio; se nos fue la tarda en el bar, el café pasó a ser una cerveza con un par de tapas, la cerveza se convirtió en una botella de vino. Me llamó Al y se unió a la cena improvisada en el bar. La última copa la tomamos en casa recordando las clases catastróficas de guitarra y celebré que los viejos tiempos dieran paso a esa noche.

Poco después David se fue y nos quedamos con Al dormidos en el sofá.

Es inevitable que el tiempo pase pero gracias a su paso nos podemos permitir el lujo de tener reencuentros, recuerdos, risas, algún que otro llanto y sobretodo nos permite La vida.

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